viernes, 8 de mayo de 2009

EL APRENDIZAJE



Se comprende que el cerebro posibilita la expresión de la conducta, y ésta tiene un
efecto en el medio ambiente en el cual opera (e interactúa). Ello posibilita un aprendizaje que supone cambios en la actividad cerebral (Kandel, 1979; Kandel y Schwartz, 1982; Bailey y Kandel, 1986; Neistadt, 1994; Mendoza Lara, 1993) y por consiguiente posibilita la memoria de una experiencia para el logro de una conducta nueva y de mayor complejidad.
Por ejemplo, podemos comprender que la actividad cerebral posibilita la ejecución de
movimientos (ante la presencia de un estímulo y bajo un estado motivacional); pero en la medida que coinciden en el tiempo distintos estímulos propioceptivos, cinestésicos, visuales, vestibulares; y se da la repetición de actividades musculares simultáneas, se consolidan síntesis aferentes que dan lugar a estereotipos motores. Estos pueden llegar a ser muy complejos como los movimientos de baile, deportes, el vestirse o el manejo de un mouse en computación. Luego, tanto el lenguaje externo e interno (que programa y moldea la acción) como las consecuencias en el medio, obrarán como reforzadores diferenciales de estas conductas (Azcoaga, 1979).
Se observa la importancia que tiene el aprendizaje como instrumento organizador de la
función cerebral, la conducta y el medio. En coincidencia con Azcoaga (1979) se entiende por APRENDIZAJE al proceso que se traduce en una reorganización del comportamiento preexistente, que va elaborándose gradualmente en función de la estabilidad que adquieren las modificaciones del medio, creando las bases para procesos de aprendizaje más complejos. La consideración de los aspectos neuropsicológicos del aprendizaje que orientan dicho proceso, requiere la valoración de los dispositivos básicos del aprendizaje (DBA) :
sensopercepción, atención, memoria y nivel motivacional, como de manifestaciones más
complejas de aprendizaje o funciones cerebrales superiores: formas organizadas de gnosias, praxias y lenguaje (Azcoaga, 1979; 1983). Por otro lado, con los avances cognitivos en el campo del aprendizaje, ya no se considera un sujeto mecánico que responde a un estímulo o actúa movido solo por sus consecuencias; sino que la persona atiende al significado que le otorga a estos eventos, y no a los estímulos en sí mismos. Y al significar la persona opera tanto con su base afectivo-emocional, como con modalidades preferenciales de codificar sus experiencias e interpretar el mundo que le rodea.

En definitiva, la integración expuesta permitiría considerar distintos niveles de análisis y estudio, con metodologías específicas y consideraciones multicausales, pero con un lenguaje básico común que comunica distintas especialidades del conocimiento. Ello a fin de llegar a un diagnóstico comprehensivo que integre los distintos factores intervinientes, y considere el aprendizaje como un instrumento de reorganización neurofuncional y conductual,acorde a las particulares modalidades de procesamiento de la información o formas preferenciales de codificar las experiencias y de aprender.

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