REV
NEUROL 2002; 35 (9): 883-890 P.L. RODRÍGUEZ-GARCÍA, ET AL 884
DEFINICIÓN
DE SÍNDROME
Para
diagnosticar un síndrome es indispensable saber los caracteres necesarios para
usar este calificativo. El desconocimiento de estos rasgos esenciales ocasiona
que una persona, sin importar su nivel de conocimientos, pueda llamar síndrome
a cualquier entidad y que no se disponga de evidencia para juzgar la veracidad
de lo planteado.
Por lo
tanto, se impone, de entrada, una delimitación conceptual para saber a qué se
hace referencia, ya que la terminología en este campo puede resultar
llamativamente equívoca. Al revisar algunos diccionarios médicos en español
sobre el tema se encuentran las siguientes descripciones:
1. Cuadro o conjunto sintomático;
serie de síntomas y signos que existen a un tiempo y definen clínicamente un
estado morboso determinado.
2. Conjunto de signos y síntomas
asociados con cualquier proceso morboso, que constituyen el cuadro de la
enfermedad.
3. Complejo de signos y síntomas
resultantes de una causa común o que aparecen en combinación como expresión del
cuadro clínico de una enfermedad o de una alteración hereditaria.
Estas
definiciones no reflejan con exactitud todos los aspectos esenciales que
permiten calificar a una entidad como síndrome, y así se posibilita cierto
libertinaje y manipulación de los términos.
En primer
lugar, se podría interpretar que un síndrome es simplemente cualquier
combinación de síntomas y signos que se da con alta frecuencia en distintas
enfermedades, o que es una manifestación que se detecta por diferentes métodos,
o que es un síntoma principal asociado con otros síntomas variables en presentación
e inespecíficos para un trastorno concreto.
Estas
situaciones obedecen a que en las concepciones de uso común se obvia un
requisito clave al agrupar los síntomas y signos: el establecimiento de la
relación y la dependencia patogénica por medio de algún rasgo anatómico,
fisiológico o bioquímico peculiar. Es decir, para plantear este tipo de entidad
debe existir un mecanismo asumible, desde el punto de vista biológico, que
explique cómo la lesión conlleva la aparición de varias manifestaciones.
Un
principio fundamental en el que insistía De Nadal y que recuerda L. Barraquer
Bordas es: ‘Todo síndrome es siempre funcional, esto es, representa la configuración
semiológica del disturbio de unas determinadas funciones, sea cual fuere la
base anatómica de este disturbio. De tal manera, que por el síndrome en sí mismo
no podemos calibrar el estado anatómico (lesional) y sí solamente el funcional.
Incluso en rigor no podemos siquiera ase-
gurar que
haya lesión en el sentido clásico, grosero si se quiere’ Además, en relación
con el estudio de la causa del síndrome se acostumbra a inculcar que siempre
existen múltiples causas que pueden reconocerse. Hay que recordar que existen
entidades monopatogénicas y policausales, pero que la categoría a la que hacemos
referencia se usa particularmente para expresar condiTabla I.
Clasificación
semiológica de los síndromes neurológicos.
Categoría
tradicional
Ejemplos
de síndromes
Déficit
sensitivo
Polineuropático,
radicular posterior, cordonal posterior, centromedular, Brown-Séquard,
Wallemberg, Déjerine-Roussy, Déjerine-Mouzon, Verger-Déjerine
Cefalea
Hipertensión
endocraneal, migraña clásica, migraña hemipléjica, migraña oftalmopléjica,
cefalea tensional, disfunción de la articulación temporomandibular, irritación
meníngea (meningitis aséptica, hemorragia subaracnoidea), posconmocional Debilidad
muscular
Motoneuronopatía
superior, motoneuronopatía inferior Hemiplejía Hemiparesia motora pura,
hemiparesia atáxica, Weber, Foville superior, Millard-Gübler, Foville inferior,
Raymond-Cestan
Paraplejía
Mielopatía
ventral, mielopatía sensitivomotora transversal aguda Epilepsia Encef
alopatía
mioclónica neonatal, encefalopatía epiléptica neonatal, epilepsia mioclónica
benigna de la infancia, epilepsia mioclónica refleja de la infancia, epilepsia
mioclónica infantil familiar, West, Lennox-Gastaut, ausencias con mioclonías
palpebrales, epilepsia mioclonicoastática, epilepsia-ausencias mioclónicas,
epilepsia mioclónica juvenil, convulsiones neonatales familiares benignas,
convulsiones neonatales benignas, encefalopatía epiléptica infantil precoz,
epilepsia-ausencias infantil, epilepsia-ausencias juvenil, epilepsia con crisis
tonicoclónicas generalizadas en el niño, epilepsia con crisis tonicoclónicas
generalizadas de la adolescencia o gran mal del despertar, convulsión febril
simple y
complicada
Ataxia
Cerebeloso
estático, cerebeloso cinético, cerebeloso cinético bilateral, vestibular,
ataxia frontal Pérdida visual o ceguera Amaurosis fugaz, neuropatía óptica
retrobulbar, neuropatía óptica distal, Foster-Kennedy, Anton
Oftalmoplejía externa
Nothnagel,
Benedikt (peduncular posterior), Weber (peduncular anterior), esfenocavernoso,
Tolosa-Hunt, Foville superior, Foville inferior, Millard-Gübler, Raymond-Cestan
Oftalmoplejía interna
Argyll-Robertson,
Weber, pupila tónica de Adie, Pourfour du Petit, Horner
Deterioro
de conciencia Confusión mental, delirio, estupor, coma, locked-in
(‘del
encerrado’), catatonia, abulia, vegetativo y pseudocomas (dismetafunción
encefálica), muerte cerebral.
Afasia
Afasia de
Broca, afasia de Wernicke, afasia de conducción, afasia motora transcortical,
afasia sensorial transcortical, afasia transcortical mixta, afasia nominal
(amnésica), afasia global
Alteraciones neuropsíquicas
Depresión,
ansiedad, amnesia, demencia, esquizofrenia, abstinencia alcohólica, dependencia
alcohólica, posconmocional emociones
congénitas y trastornos en los que existe pobre o nula aclaración de las
causas. Este desconocimiento de la causa hace que, en ocasiones, la misma
palabra se utilice para denominar tanto a la entidad sindrómica como a la
enfermedad en sí.
Afortunadamente,
los editores de Principios de Medicina Interna de Harrison exponen una
definición muy satisfactoria:
‘El
síndrome es el conjunto de síntomas y signos que definen una función alterada y
que se relacionan entre sí por medio de algún rasgo anatómico, fisiológico o
bioquímico peculiar’.
Añadimos
que, por lo general, pero no siempre, obedece este rasgo a múltiples causas
diagnosticables.
Las
ventajas de la clasificación sindrómica son evidentes: procuran más información
sobre las manifestaciones, etiología y patogenia.
A la vez,
orientan hacia el diagnóstico y la elección del tratamiento
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