1. Qué enseñan las artes
y en qué se nota Lo que las artes enseñan está tan influido por lo que se enseña como por la manera de enseñarlo.Es decir, las artes, al igual que otros campos, se pueden enseñar de maneras diferentes y con objetivos distintos. Los objetivos de cualquier campo no están determinados únicamente por la materia en sí; también están determinados por los políticos y los enseñantes,que deciden qué es importante enseñar.
Sin embargo, e independientemente de los objetivos planteados, los estudiantes aprenden al mismo tiempo más y menos de lo que se les enseña. Aprenden menos porque todas las esperanzas y expectativas que abrigan quienes les enseñan rara vez se plasman en la práctica; en cierto sentido, estos objetivos nunca se pueden alcanzar. Pero los estudiantes también aprenden más de lo que se les enseña porque traen consigo su propia historia personal, que interacciona con lo que se les enseña, y es inevitable que los significados que construyen a partir de estas interacciones superen nuestros objetivos educativos o no los lleguen a alcanzar.
Saber cuáles han sido los resultados del currículo y de la enseñanza para un estudiante Los estudiantes aprenden más y menos de lo que se les enseña * En El arte y la creación de la mente. El papel de las artes visuales en la transformación de la conciencia,Genís Sánchez Barberán (trad.), Barcelona, Paidós (Arte y educación), 004, pp. 97-123 y 219-229. dado exige una forma de evaluación clínica de carácter abierto que permita revelar qué hay de personal y qué hay de común en esos resultados.
Y los resultados no siempre son los que se desean, sino los que realmente se dan como
resultado de la intervención. Si la evaluación sólo se centra en los resultados eseados, es probable que pase por alto otros resultados que no se han previsto.
Muchas veces nos preguntamos: “¿Qué ha aprendido este alumno?”. La operacionalización
de esta pregunta equivale a preguntar:
“¿Qué sabe o es capaz de hacer este alumno, por ejemplo, el 12 de mayo?”. Esta concepción del aprendizaje no tiene en cuenta el hecho de que aquello que se ha presentado al estudiante puede interaccionar de maneras muy importantes con aquello que se le presentará en el futuro. Las experiencias futuras pueden conferir a un aprendizaje una importancia que no tenía inicialmente. Mirémoslo como sigue. Las
semillas que se plantan no llegan a dar fruto si no se riegan. En la educación, puede que las semillas no reciban el agua que necesitan hasta después de haberse hecho la evaluación. El hecho de que las semillas se hayan plantado es el primer paso crucial. Plantar las semillas es una de las contribuciones que hacen los enseñantes al desarrollo de sus alumnos; pero no siempre se puede predecir cuándo van a fructificar esas semillas.
A pesar de estas complejidades, debemos hacer lo que podamos para identificar cómo influyen las artes en la experiencia que tienen los estudiantes cuando trabajan en ellas y, en consecuencia, identificar las aptitudes cognitivas que es probable que desarrollen. Una manera de abordar esta cuestión es reconocer las fuerzas que influyen en lo que los estudiantes aprenden en las artes. Identificaré cuatro de estas
fuerzas: en primer lugar están las limitaciones y las oportunidades que ofrecen las actividades y los materiales con los que trabajan los alumnos; en segundo lugar están las instrucciones, las indicaciones y el andamiaje que ofrece el enseñante a los alumnos; en tercer lugar están las normas de la clase, el tipo de pensamiento y de conducta que se fomenta y se rechaza en ella, y en cuarto lugar se encuentra lo que podemos llamar el clima de la clase. ¿Cuál es el modus vivendi de la clase? ¿Cuál es su sentido como comunidad de práctica y qué relación tiene con lo que experimentan y aprenden los estudiantes? A continuación examinaremos estas fuerzas por separado, aunque en cualquier clase las cuatro interaccionan entre sí.
El currículo, tal como se aplica en una clase o en cualquier otro contexto, en el fondo es un conjunto de actividades que los estudiantes deben realizar. Estas actividades pueden adoptar la forma de proyectos a desarrollar o de problemas bien definidos que es preciso resolver. Cada una de estas actividades toma su forma dentro de las limitaciones y las posibilidades que ofrece algún material dado; si la clase es una clase de lengua, es probable que las actividades pertinentes estén definidas por tareas relacionadas con los usos del lenguaje.
Si la clase es de música coral, las tareas a realizar estarán definidas por la música y, más concretamente, por la interpretación vocal. Si es una clase de matemáticas, el centro de las actividades será el uso y la comprensión de las relaciones numéricas. Cada una de estas actividades curriculares impone a los estudiantes distintas limitaciones y distintas posibilidades; es mucho más probable que la atención al empleo de la metáfora se dé en una clase de lengua que en una de matemáticas. Es más probable que el comportamiento del color se aborde en una clase de pintura que en una de historia.
Cada clase, dedicada como está a una materia cuyos objetivos y materiales difieren de los de otras, define los recursos dentro de los cuales los estudiantes deben pensar y resolver algún problema o realizar algún proyecto.
En el capítulo anterior ya hice mención de las limitaciones y las posibilidades de la pintura a la acuarela. Estas limitaciones y posibilidades se plantean en cualquier selección de tareas y materiales. Estas tareas y materiales constituyen lo que el estudiante necesitará para empezar a “conocer”. En este contexto conocer significa llegar a advertir el potencial de los materiales en relación con los objetivos
de un proyecto o problema; y puesto que cada material posee unas cualidades únicas, requiere el desarrollo de una sensibilidad y unas aptitudes técnicas concretas. Desde esta perspectiva, la selección de un material o de una actividad también es la selección de las fuerzas que influirán en el reto que se va a plantear al pensamiento del estudiante.1 Es la conciencia de esto, la conciencia de que el currículo es un
medio para desarrollar la mente, lo que hace que la planificación curricular tenga una importancia tan fundamental. Cuando decidimos qué se va a enseñar y cómo se va enseñar, influimos en lo que los alumnos tendrán la oportunidad de aprender, pero no lo determinamos.
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