La pérdida de la armonía.
La armonía es un atributo natural de todas las criaturas que viven en estado de inocencia. El hombre perdió su armonía cuando adquirió conocimientos sobre el bien y el mal, lo correcto y la incorrecto. Ya no fue libre de obedecer a sus instintos ni de confiar en sus sentimientos sin estar seguro de que estos no lo traicionaría.
La autoconciencia es a la vez la gloria y la maldición de la humanidad, es el rasgo que lleva al hombre a crear y también el que hace aflorar su deshumanización, su crueldad y su codicia. El hombre se ve a sí mismo como una especie de dios por la magnificencia de sus conquistas, parece más un demente que un dios. Al ser consciente de sí mismo, el hombre se ha convertido en un extraño en el mundo natural.
Algunas personas se aferran literalmente a su falta de aptitud y entonces se dedican a correr maratones o a levantar pesas, pero estas actividades no las hacer aptas para vivir como parte del orden natural de la vida, para sentir su relación con el universo ni aun para conocer la alegría de estar vivas y sanas. Para eso, su conciencia de sí mismas debe tener como base una conciencia del ego.
El yo en relación con su cuerpo, es como un jinete y su caballo. Esta analogía es importante porque, como humanos, podemos actuar de dos formas: voluntaria e involuntaria. Constantemente hacemos movimientos espontáneamente de este tipo: nos llevamos una mano a la boca o al rostro, juntamos las manos, movemos una pierna sentados. Muchas veces no advertimos el movimiento a menos que centremos la atención en él. Los movimientos voluntarios, en cambio, tiene una finalidad consciente.
La gama de actos involuntarios es reducida en comparación con los movimientos involuntarios que recorren constantemente el cuerpo. Dejando de lado los movimientos de los órganos internos, todos experimentamos infinidad de pequeños movimientos en la superficie del cuerpo. El cuerpo está literalmente en constante movimiento, incluso cuando dormimos. Los movimientos involuntarios son una manifestación directa de la vivacidad del cuerpo.
La falta de armonía es una señal de mal-estar. Como ese mal estar es inevitable en nuestra cultura, es raro encontrar cuerpo armoniosos en la población adulta.
La gracia y la salud se basan en alcanzar n equilibrio entre el yo y el cuerpo, entre la voluntad y el deseo. La filosofía china describe las fuerzas primordiales del yin y el yang, en cualquier organismo, la energía del cielo y la de la tierra.
Un factor fundamental en el afán de tener éxito y poder es el deseo básico de ser amado. Pero el éxito, aunque pude producir admiración, no reditúa verdadero amor.
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